Spectral supone el debut cinematográfico de Nic Mathieu tras las cámaras. Se trata de una cinta de acción con trasfondo de ciencia ficción que se estrenó directamente a través de la plataforma de vídeo bajo demanda Netflix.
Cabe preguntarse, estando como uno está en una web que dice llamarse Después del cyberpunk: ¿es Espectral cyberpunk o ciencia ficción sin más? No soy partidario de dar a las etiquetas más importante de la que en verdad tienen, pero sí creo haber detectado ciertos elementos narrativos y estilísticos en esta obra como para considerarla, siquiera tangencialmente, como cyberpunk.
Entre ellos, descripciones detalladas y extensas de armamentística futurista, un fuerte componente de militarización y zonas civiles sumidas en el caos, enormes perros-robot y tecnologías de corte futurista, manipulación de la consciencia a través de experimentaciones científicas, mantenimiento con vida de tejidos nerviosos y cerebrales mediante técnicas poco ortodoxas, etc.
Una bonita pléyade de elementos cyberpunk en su forma más pura. Ahora bien, su combinación e integración en el filme dista de ser satisfactoria; o, al menos, todo lo satisfactoria que uno hubiera deseado.
La trama se sitúa en Moldavia. Allí, en mitad de una cruenta guerra civil, una serie de repentinas e inexplicables muertes obliga al máximo responsable militar estadounidense de la zona a solicitar la ayuda del Dr. Clyne (James Badge Dale), un dotado ingeniero gubernamental que, entre otros proyectos, desarrolló unas vanguardistas gafas que los militares emplean en la zona de conflicto, amén de algunos bonitos artilugios para la DARPA.
Una vez sobre el terreno, el Dr. Clyne descubre que lo que está acabando con los militares estadounidenses son una suerte de entes inmateriales, espectros, que no parecen regirse por las mismas leyes físicas que los demás. Son capaces de levitar y atravesar paredes, y no se ven afectados en modo alguno por las balas y los proyectiles de los soldados. La pregunta que el filme trata de responder a partir de ese momento es sencilla y directa: ¿qué demonios son y cuál es su origen?
¡Ojo! A partir de este momento, spoilers severos…
Bajo esta premisa, Spectral ofrece un vistoso espectáculo de acción con una fuerte carga bélica y un aroma nada disimulado a serie B. El filme se las apaña para mantener la atención del espectador con sorpresiva dignidad durante los alrededor de 100 minutos que dura. No obstante, la excesiva presencia de clichés, lugares comunes y personajes estereotipados terminan por darle a la película unos acabados algo toscos y una trascendencia más modesta de la que podría haber alcanzado en manos, quizá, más hábiles y juiciosas.
Lo más atractivo probablemente sea la descripción de las numerosas armas y vehículos militares. Haces de luz, proyectiles y bombas a base de hierro, tanques y helicópteros, camiones de asalto… y un robot de combate con forma de perro guardián que (para nuestra decepción) «solo» sirve para cargar a cuestas con un haz de luz enorme que permite poner al descubierto a los infernales seres. A pesar de todo, las escenas de combate se dejan ver con cierto regocijo. Resueltas con solvencia y buen pulso narrativo, son quizá la parte más llamativa de un proyecto, por lo demás, demasiado irregular en su planteamiento y resolución.
El tratamiento de los famosos espectros se antoja desde el comienzo un tanto burdo y carente de imaginación. Como si de zombies/animales se tratasen, sus principales habilidades son las de correr y gritar, dar enormes saltos y poner grotescas caras. Poca o nula trascendencia. Ni siquiera en el tramo final, cuando los protagonistas toman la central energética en la que todo el proyecto se inició, termina por enderezarse el asunto; más bien al contrario…
Llegados a ese punto, descubrimos finalmente que los espectros son (o fueron) humanos, que se experimentó con ellos en vida, y que, de algún inexplicable modo, terminaron transformándose en los entes demoníacos… pero poco más. Ninguna muestra de humanidad tras esa endeble fachada. Ningún atisbo de nada que no sea una constante amenaza asesina que corre y salta de manera inagotable, muy en la línea del universo de los videojuegos y de los filmes de explotación más intrascendentes.
La química y empatía entre los protagonistas es nula. La presencia de Emily Mortimer encarnando a la agente Fran Madison pasa tan desapercibida como la del resto de sus compañeros de reparto. Es más, son finalmente los militares quienes más profundidad y desarrollo narrativo muestran; y eso a pesar de la pobreza de los diálogos, cargados de lugares comunes y frases que hemos escuchado cientos de veces.
Visualmente, el filme posee unos efectos especiales funcionales, sin grandes despliegues ni alardes, así como un sólido diseño de producción. Los decorados no son enteramente cartón piedra; se aprecia en ellos una cierta preocupación y planificación. La banda sonora, al igual que sucede con gran parte del metraje, es un tanto superflua; carece de la garra necesaria como para destacar por encima del entramado narrativo y estilístico.
A pesar de lineal, superficial e intrascendente, Spectral puede dar el pego como una correcta historia de ciencia ficción y acción. Su falta de pretensiones y su ligereza, no obstante, no son suficientes como para mantener a flote un concepto que hace aguas a varios niveles.
El aficionado al género no encontrará nada nuevo ni verdaderamente apasionante en este proyecto (más allá de, quizá, la premisa, que por desgracia pierde interés a medida que la trama avanza); y mucho me temo que tampoco servirá para convencer a aquellos menos habituados a la ciencia ficción. Demasiado predecible e innecesaria; demasiado hueca. Solo para completistas.


