EP debut del suizo TimeStalker (en este enlace, puedes leer una reseña de su segundo trabajo: Pandemonium). Fascinante mosaico retrofuturista de una ciudad sumida en el caos y el pillaje, y de su particular cuerpo de seguridad: los Stalkers; una unidad de élite entrenada para enfrentarse a las más peligrosas bandas criminales y a los terroristas que, como una plaga, extienden el Mal entre los callejones y avenidas de la decadente capital del Estado.
Arrival of the Stalkers. Sirenas de policía. Una jungla de asfalto. Destrucción, vigilancia, estado policial. Poderosos sintetizadores de apertura que presentan un mundo caótico y salvaje. Brillante leitmotiv, melódico y hasta meloso, pero vigoroso, enérgico. El mundo puede estar al borde del colapso, pero hay una última línea de defensa que conviene no olvidar, los Stalkers. Y acaban de llegar a la ciudad…
Rise of the Pariah. Probablemente el corte más elegante y memorable del álbum. Sincero y etéreo, elegante, grácil y vibrante. Suaves atmósferas, sencillos beats y distintivos matices hacen del tema un auténtico placer para los sentidos. Los Stalkers toman la capital. Los ciudadanos, absortos, ignorantes, lo celebran. El reinado de los terroristas, los traficantes y las bandas criminales está a punto de tocar a su fin. Pero… ¿justifica el fin los medios?
Outbreak of Evil marca el comienzo de las hostilidades. Bandas de mutantes salen a las calles, armadas con bombas de iones y láseres de hidrógeno, sembrando el caos en los suburbios. Entre tanto, tres bombas detonan a la vez en el centro financiero de la capital. Miles pierden la vida. La Resistencia asume la autoría de los hechos. El Mal se extiende, poderoso, al ritmo de sonidos industriales, secos y violentos.
Call for Vengeance se inicia como la rareza y joya que en verdad es. Sutil, elegante, delicada, etérea. Se oyen ecos a bandas sonoras emblemáticas de los ochenta, a sintetizadores de Tangerine Dream, a John Carpenter y tantos otros. Corte de tono esperanzador; todo lo esperanzador, al menos, que algo puede serlo en el universo de los Stalkers. Los atentados terroristas se suceden, las víctimas, civiles, militares y policiales, se amontonan. La venganza se erige como la única respuesta ante una amenaza infinita, incomprensible y desproporcionada.
Ultra-Violence llega con la fuerza, el ruido y el estropicio que los láseres S-5000 de los Stalkers provocan en sus enemigos. Antagonistas de la peor condición, perturbados, criminales, diablos en vida. Y, no obstante, la acción los iguala a todos. Los Stalkers se convierten en villanos por unos instantes. Su capacidad para la destrucción es solamente comparable a sus ansías de revancha, de acabar con una plaga mortífera y demente ante la que solo puede lucharse con más caos. La ciudad es un infierno. El arribo de los Stalkers es una consecuencia inevitable; un precio necesario para purgar lo que, a todas luces, carece de sentido y humanidad. Ultra-Violence se regodea en los recovecos de una medida destrucción, donde agentes del orden y criminales hacen saltar la ciudad por los aires mientras se ajustician mutuamente. Todo ello al ritmo de las balas, los haces de luz láser y los sintetizadores de TimeStalker.
The Last Survivor. La guerra urbana toca a su fin. El fuego se extiende por las calles y las principales avenidas de la ciudad. Toneladas de escombros se amontonan en las aceras de parques y rascacielos. Entre ellos, una figura emerge, renqueante, herida, rota… victoriosa. El último de los Stalkers, con el brazo ensangrentado, la mandíbula rota, el casco agrietado por varios sitios, cojeando. Pero vivo. Una sonrisa se dibuja en su rostro. A sus espaldas, una montaña de cadáveres se incinera. Misión cumplida. Nuevos criminales surgirán, nuevas guerras se entablarán, pero cuando todo esté perdido, cuando el mundo parezca estar abocado a la desaparición total, una nueva hornada de Stalkers será enviada por el Gobierno para salvaguardar lo poco que aún queda por salvaguardar. El ciclo de la vida. El ciclo de la muerte. El ciclo de los Stalkers.
Duración: 28 min.