Segundo EP de TimeStalker tras el muy disfrutable Arrival of the Stalkers. A diferencia de lo que sucedía en aquel, más lineal, old school y comedido, en esta ocasión el músico suizo nos avasalla con tormentas de sintetizadores, imposibles cambios de ritmo, beats asesinos y desestabilizadores elementos metal. Una apropiada banda sonora para su particular fin del mundo… Su Pandemonium.
The Beyond. Las puertas del infierno se abren de par en par. Demonios, entes malignos, cyborgs, salteadores, androides y crueles mutantes toman la megalópolis, extendiendo el caos y la incomprensión entre sus desdichados habitantes. Oscuros sintetizadores muestran la agonía de un mundo abocado a su propia autodestrucción; carente de alma y moral, muerto en vida, vacío. Bienvenidos al Pandemónium.
Enter the Crypt. Extraordinaria apertura; densa, lenta y pesada, bebedora del John Carpenter más ochenteno. La civilización es una sombra de lo que algún día fue. Seres desterrados y apocados se mueven entre la más absoluta de las indiferencias, apáticos, enfermos. La cripta es el único lugar donde todo puede terminar; donde todo merece tocar a su fin. Gran ruptura rítmica entre la primera mitad de la canción y la segunda, con un delicioso colofón sonoro final. Una montaña rusa de sensaciones, de la vida a la muerte, de la no-vida a la no-muerte.
Unjoly Dominion arranca con toda la dureza que se espera de un título así. Desolación acelerada, bailable incluso. Los ravers de las discotecas de los bajos fondos se inyectan una dosis de suero S-1000, mientras, sufriendo convulsiones y hemorragias nasales, bailan al son de la muerte. Una ritualística pagana digna de la imperante decadencia. Atmósferas poderosas, con un minuto final trepidante y fugaz, digno del cyberpunk más visceral y desgarrador.
Spellbound. Más capas, más trepidante. Tres minutos de trance espiritual, con secuelas físicas y mentales garantizadas, especialmente si se intenta bailar. De lo más melódico del álbum. La discoteca, templo sonoro de las masas, se encuentra en llamas. El humo se eleva hasta los cielos, confundiéndose con la contaminación y la polución. Los neones deslumbran y queman. La luz quema.
Pray for Daylight. Segundo corte del disco con predominancia por los ritmos lentos y farragosos. Segundo mini-hit.
Pandemonium. El colapso es completo. Casi nueve minutos de canción para un auténtico viaje de retrowave cargado de psicodelia y ecos ochenteros, con movimientos diferenciados y una compleja construcción armónica. Un ecléctico recorrido de estilos e influencias que culmina con un espectacular y llamativo solo de guitarra, tan rupturista como estimulante.
Como extra, aquí os dejo con una interesante entrevista que le hicieron al bueno de TimeStalker en Echosynthetic (en inglés), en la que habla de algunas de sus principales influencias, su concepción de la música, el equipo que emplea para crearla y cómo se gana el pan de cada día.
Duración: 27 min.